Por Santiago Figueredo

En este
sentido, se cree que existen jugadas perfectamente determinadas por el azar,
como por ejemplo, la típica acción de gol donde: a) una pelota pega en el palo
y sale despedida, o b) ante la misma situación, el balón pega en el poste y
entra al arco.
En el
mundo del fútbol, las cábalas son significativas en la preparación
espiritual de un partido. Todos, absolutamente todos los protagonistas
realizan actividades cabalísticas. Utileros, cuerpos técnicos, jugadores,
dirigentes e hinchas están a disposición del rito. Mientras algunos adoptan
formas redundantes con determinadas prácticas, otros son abducidos por la
mística de los objetos. No obstante, existen quienes conservan sus creencias
por miedo a que surjan resultados adversos si abandonan el culto. En caso de
suceder la catástrofe, los rituales serán modificados, pero no se abandonan. Así,
con la cábala, el deportista se siente un poco más seguro y
también cree que espanta las fatalidades.
El misticismo
está tan arraigado en los clubes que son frecuentes todo tipo “ceremonias”. En
algunas oportunidades, los “cancheros” (quienes preservan el césped de la
cancha), utileros y empleados apelan al esoterismo y –por ejemplo- convocan a
los “chamanes” para que ahuyenten las malas ondas, ya sea enterrando algunos
elementos energéticos cerca de los arcos o “bautizando” determinados sectores
del campo de juego. Estos hechiceros también realizan “gualichos” en los
vestuarios de los equipos visitantes para inyectarlos con energías negativas.
Otra
situación habitual en los clubes sucede cuando los socios o hinchas tienen como
designio previo de muerte que sus cenizas sean esparcidas en la
cancha. Ahora bien, esto no siempre es permitido por las autoridades
-bajo supervisión de “cancheros”, entrenadores y utileros- porque muchas veces
su implementación está relacionada con el rumbo deportivo del
equipo.
BILARDO,
EL GURÚ
El
director técnico Carlos Bilardo fue un acérrimo practicante religioso de las
cábalas y cultivó esos credos desde su amado Estudiantes de La Plata. El
entrenador arrastra supersticiones desde la década del ’60, cuando era jugador
del “Pincha”, pero multiplicó los hábitos incluso antes de dirigir al
seleccionado. Su obsesiva personalidad contagió al equipo nacional y con el
éxito alcanzado en México ’86 acaparó discípulos a todo nivel.
En aquel
Mundial, las cábalas que utilizaba la Selección se resguardaban adentro del
búnker albiceleste porque –evidentemente- no era un tema relevante para los
corresponsales, sobre todo porque la actuación de Argentina fue excelente
–logró el título- y Maradona se consagró como el mejor del planeta. Además, la
mayoría de los enviados pertenecían a medios gráficos (diarios y revistas) y
todavía no existían las transmisiones en directo desde los entrenamientos o las
concentraciones. La televisión tampoco despachó periodistas a cubrir el evento y
los relatos en vivo se hacían desde Buenos Aires. Asimismo, el soporte
tecnológico para el trabajo de la prensa aún era rudimentario: el fax, el video
y los enlaces en vivo aún estaban en pañales. (1)
En la Copa
del Mundo de Italia ‘90 la situación fue diferente, básicamente, por cuatro
motivos: en primer lugar, los corresponsales ya estaban al tanto de las
tradiciones del ’86; en segundo orden, el aspecto tecnológico amplió los
servicios de comunicación y la privatización de los canales fomentó la
competencia; relacionado con lo anterior, emisoras de radio y televisión
enviaron a Europa gran cantidad de reporteros para cubrir los partidos y los
entrenamientos, algo que no había ocurrido cuatro años antes en México; y por
último, el conjunto nacional transitó el certamen “pariendo” cada partido.
Los malos
desempeños de Argentina en Italia- generaron que la sumisión hacia la suerte –y
hacia las cábalas- fuese incondicional.
El desarrollo de cada partido era atribuido a la buena fortuna, convalidando y
reafirmando la tendencia de los rituales. Los medios se hicieron eco y los
periodistas adoptaron ejercicios supersticiosos, algo que trascendió al público
en general. De este modo, las prácticas se naturalizaron cuando el culto pasó
del vestuario hasta los televisores. (2)
En México
’86 se emplearon tantas cábalas como en Italia ’90: los entrenamientos eran
realizados a una hora determinada y con una rutina similar; los viajes se
efectuaban en un único micro; se escuchaban siempre las mismas canciones una y
otra vez; se armaba una cronología de comidas según los resultados obtenidos;
todos debían sentarse en los mismos asientos (en el banco de suplentes, en las
comidas, en el micro); hacían sonar el teléfono del vestuario porque en el
primer partido hubo un llamado real que “determinó” la suerte de aquel triunfo;
organizaban amistosos con idénticos rivales; colocaban un caramelo en el centro
de la cancha; se impuso cómo debían salir los jugadores al campo de juego;
etc., etc., etc...
MENOTTISTAS,
AL ATAQUE
En los
’70, se propagaron diversas actividades cabalísticas en casi todos los clubes.
Incluso el Huracán del 1973 de César Luis Menotti. El “Bilardismo” y el
“Menottismo” fue la grieta que dividió la filosofía futbolera durante décadas,
pero ambos quedaron atrapados en las cábalas. El entrenador del “Globo” era
César Luis Menotti también era adepto a algunos vicios esotéricos. Unos años más
tarde, en el Mundial ‘78, donde Argentina se coronó, fue famosa la
anécdota del director técnico con respecto al bigote de Mario Kempes y la
“orden” para afeitar al goleador. (3) (4)
Entre los
jugadores emblemáticos de Huracán campeón emergía Alfio “Coco” Basile, un entusiasta
practicante en la reiteración de gestos y costumbres paganas. Su gran amigo del
fútbol es Reinaldo Merlo, con quien trabajó en la Selección de los ’90, y
juntos acumularon hábitos cabalísticos memorables. Los “cuernitos” de “Mostaza”
Merlo quebraron la racha de Racing en 2001 para ganar un torneo local después
de 35 años, mientras que Basile reclamaba que le tirasen talco sobre su hombro
cada vez que Boca anotaba un gol, producto de una situación idéntica tras un
festejo anterior igualmente exitoso. (5)
PRÁCTICAS
HABITUALES
El sector
de la cancha donde se profesan e impulsan las principales cábalas es,
indudablemente, el banco de suplentes, donde: a) Los jugadores suplentes
y el cuerpo técnico deben mantener siempre el lugar de sus asientos; b) Nunca
debe faltar una o varias imágenes religiosas acompañando al plantel; c) Es
común el uso de “cuernitos” o un “cruce de dedos” ante una acción de ataque del
contrincante; y d) En los últimos tiempos, los protagonistas adoptaron decir en
voz baja la palabra “Quiricocho” para evitar un gol contrario…
¿QUIÉN
ERA QUIRICOCHO?
El mismo
Bilardo contó que ese era el apodo de un joven hincha de Estudiantes de La
Plata que acompañaba de cerca al conjunto que dirigía Osvaldo Zubeldía en los
‘60. En ese entonces, Bilardo era jugador y “Quiricocho” fue la cábala del
equipo durante la obtención del primer título del “Pincha” en 1967. (6)
Luego,
surgió otra versión que decía que “Quiricocho” era “mufa” y, a raíz de esa
creencia, lo mandaban a recibir a la delegación del rival de turno para
esparcir su “desgracia”. La costumbre de mencionar a “Quiricocho” en
los bancos de suplentes fue transmitida por los ex jugadores de aquella
Selección de Bilardo cuando fueron entrenadores. Así lo confesaron algunos integrantes
del plantel de Argentina que disputaron el Mundial de Brasil 2014, luego de
ganar la serie de penales ante Holanda, bajo las órdenes de Alejandro Sabella,
quien fuera dirigido por Bilardo cuando jugaba en Estudiantes de los años
‘80.
SF. 1 de julio de 2019
Referencias
Bibliográficas:
(1) Daniel Arcucci, daniarcucci.com, “La vida es eso
que pasa entre Mundial y Mundial” (2018)
(2) Alejandro Frigerio, “La magia a través de los
medios de comunicación” (1996)
(3) El Gráfico, “1973. Jugar bien, ser amigos, creer en las cábalas”
(2019)
(4) La Vanguardia, “A 4 días: La cábala del bigote y los goles de Mario
Kempes” (2018)
(5) Viapais.com.ar, “Coco Basile: “Los jugadores que yo dirigía eran de una
estirpe diferente” (2019)
(6) Unmetroadelantado.com.ar, “¡Quiricocho!” (2013)