El inicio fue bastante parejo,
jugado con la intensidad que caracteriza a los equipos de Europa. España no
mostró ninguna modificación táctica respecto a lo conocido porque se paró con
una línea de cuatro tradicional –César, Piqué, Ramos y Alba-, el poblado medio
campo que integraron Xavi, Busquets y Xabi Alonso, mientras que delante de
ellos se ubicaron Silva e Iniesta, pero volcados del centro hacia la izquierda.
En los extremos, Casillas y Costa.
Los ibéricos se encontraron con un regalo cuando Diego Costa inventó el penal que Alonso convirtió para imponerse desde los 25 minutos. En tanto, Holanda se paró con tres defensores fijos –Vrij, Vlaar y Martins Indi-, dos laterales volantes –Janmaat y Blind, dos medio centros –De Jong y De Guzmán- y más adelante el tridente famoso: Sneijder, Robben y Van Parsie.
Los de naranja se adelantaron
tras el gol de penal y comenzaron a tirar centros hacia la posición de Ramos, que
juega de lateral en Real Madrid y de central en la selección, y también a
profundizar sus avances por los costados. De a poco, España comenzó a perder la
pelota. Iniesta solo se lució con un pase mortal hacia Silva y el equipo lo
extrañó teniéndolo dentro del campo. Así, el retroceso del conjunto de Del
Bosque se hacía dubitativo ante la presión de Holanda.
Van Gaal arma sus esquemas
achicando espacios y lo logró una vez que se asentaron sus mediocampistas. Uno
de los centros cayó cerca del área y Van Persie anotó con la cabeza para
igualar el pleito en la etapa inicial. En el segundo acto, Holanda arremetió de
entrada y Robben tuvo su show porque comenzaron a caer los goles, producto de
la decisión de ir en búsqueda del resultado. España fue todo lo contrario,
parecía desconcertado y como si jugase en cámara lenta, resultando previsible e
ineficaz. Los laterales fueron siempre naranjas y la falta variantes hicieron
el resto para ampliar la ventaja hasta la goleada.
Holanda lució como equipo moderno,
sin perder la estructura que formalizó en Sudáfrica, y en su conjunto funcionó
estructurado, sabiendo que sus hombres talentosos se encargarían de desordenar
futbolísticamente a España. En tanto, Del Bosque deberá borrar las memorias y
tratar de que este primer juego del Mundial quede atrás, como sucedió ante
Suiza en 2010. Asimismo, necesita hacer cambios porque ni Ramos ni Casillas dan
seguridad, pero modificar la portería sería escandaloso. Es necesario que
España abra más la cancha en vez de encerrarse o jugar todo por la izquierda.
De lo contrario, lo del debut no habrá sido casual.
México 1-0 Camerún
Si bien a México le anularon dos
goles que parecieron lícitos, Camerún pareció despertarse sobre el final de la
primera etapa, aunque solo molestó al arquero Ochoa con algunas apariciones
esporádicas del experimentado Samuel Eto’o. Los dirigidos por el alemán Finke
se pararon con un 4-3-2-1, pero sus mediocampistas –Mbia, Song y Eyong - no
jugaron bien. El lateral por izquierda, Assou-Ekoto, tuvo una actuación
distinguida, proyectándose por el lateral y retrocediendo cuando el rival
avanzaba. El resto de la defensa sufrió el partido.
Por su parte, México si mostró
una mejor cara: el clásico 3-5-2 fue el esquema de Miguel Herrera, una disposición
histórica para esta selección, dirija quien dirija. La defensa se las arregló
para controlar al astro camerunés del Chelsea y también colaboró con Rafa
Márquez al avanzar al sector del mediocampo. Aguilar y Layún polarizaron las
bandas, mientras el centro de la zona media fue ocupada por Herrera, Vázquez y
Guardado. Aquí se lucieron Layún por la izquierda y Herrera en el epicentro del
círculo central.
Sin embargo, hay que destacar lo
avasallante que fue el conjunto azteca, que redobló la apuesta en la segunda
mitad y, además, obligó a Camerún a jugar de contragolpe sin éxito.
Chile 3-1 Australia
El conjunto de Sampaoli sufrió
demasiado pero le ganó a Australia con autoridad, tras sufrir con el descuento
de Cahill. El sello de Marcelo Bielsa quedó reflejado en el equipo de su ex ayudante,
quien continúa la sucesión de una selección que supo ganarse el respeto mundial
en Sudáfrica 2010. Con la clase de jugadores que tiene Chile, el esquema fue,
básicamente, similar al del “cabezón”. Es decir: dos marcadores centrales –Medel
y Jara-, dos laterales volantes -Isla y
Mena- tres medios –Aránguiz, Díaz y Vidal-, más el enlace Valdivia y los
extremos –Vargas y Alexis Sánchez.
Desde el minuto uno, la “roja”
fue ofensiva y marcó dos goles antes de los quince iniciales. La goleada era
inminente, hasta que el rival se animó a lanzarle pelotazos a los modestos centrales.
Chile se relajó y Australia buscó a Cahill constantemente. Los oceánicos se
pararon con cuatro hombres en línea sobre la zona defensiva y muy cerca del
arquero Ryan; más adelante, Jedinak, Milligan y Bresciano formaron un triángulo
de recuperación; y la zona de ataque la conformaron Cahill como delantero,
mientras Leckie y Oar lo acompañaban por las puntas, algo más retrasados.
Chile tuvo un inicio avasallante
con un despliegue abrasador y un juego colectivo pujante. Sin embargo, tuvo que
regular el aspecto físico y, además, dejó que los pelotazos de la defensa
australiana alcancen sus metas cerca de Bravo. El descuento de Cahill
desconcertó al conjunto trasandino, obligándolo a tomar precauciones y a
retroceder unos metros. Lo mismo ocurrió en la segunda mitad, por eso Chile
sufrió muchísimo porque Australia fue ganando confianza, hasta que Sampaoli
acertó con los cambios y pudo respirar con el tercer gol de Beausejour.
La “roja” debe saber que no
siempre podrá defender con dos hombres, ya que en su presentación tuvo a un
rival limitado. Holanda o España no le perdonarían la vida como hizo Australia
cuando pudo haber empatado el pleito.